martes, 8 de marzo de 2016

La privacidad y la seguridad

Mira este interesante artículo extraído de Hoy.es sobre la negativa de Apple ante las exigencias del FBI en el caso de Farook para acceder a su iPhone.


La negativa de Apple a facilitar al FBI el software necesario para acceder a la información contenida en el iPhone 5C en poder de Rizwan Farook, después de que éste y su esposa asesinaran a 14 personas en San Bernardino (California) el 2 de diciembre del pasado año, ha suscitado un debate de alcance global sobre la línea divisoria entre seguridad y privacidad.

Al parecer Apple tendría que desarrollar un programa nuevo para atender a la petición del FBI, petición secundada por un juez. Construir una 'puerta trasera' que haría más vulnerables las comunicaciones de todos sus usuarios, a cuenta de investigar sobre aquellos datos que Farook pudo haber guardado con más celo.

Apple invoca la primera enmienda de la Constitución estadounidense en su negativa a desarrollar un software requerido para poder sacar a la luz lo que los ciudadanos tratan de preservar. Pero aun siendo éste el argumento más sólido frente a las pretensiones del FBI en el caso, se vuelve endeble cuando se trata de establecer un criterio universal. Dado que hay terminales y programas informáticos que mantienen sus puertas abiertas a la investigación policial y judicial, Apple considera que cuando una persona contrata un servicio inaccesible a la intrusión es porque no quiere que nadie irrumpa en el ámbito de su privacidad.

Se ha llegado a decir que el contenido del artefacto en cuestión forma parte de la propia persona y de su dignidad inviolable. Como si la sofisticación tecnológica hiciera que una carta íntima escrita sobre papel pueda reproducirse mientras que el encriptado informático conferiría a la privacidad de los datos que guarda una categoría moral superior. El litigio no es nuevo, y no es solo entre libertad y seguridad.

Afecta también al plano trascendental en que se sitúan las nuevas tecnologías, como si sus reglas no escritas dotasen a las compañías globales que hacen negocio con la comunicación con la bula de pleitear ante Washington o ante Bruselas en nombre de los más altos valores del mundo libre, mientras adecuan su particular código ético a las exigencias autoritarias del sistema en China o en Rusia.

El objetivo de la seguridad común atañe también a la privacidad de cada cual, en tanto que garantía de vivir sin amenazas contra la propia libertad. Pero cuando lo que está en peligro es la vida y la integridad de las personas, el poder judicial tiene el mandato de prevenir y de perseguir hasta el delito encriptado.

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